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CUENTOS COOPERATIVOS.

Author: Andrea
jueves, 16 de junio de 2011
L@S SIETE CABRITILL@S


Ourrió que un día, Mamá Cabra y papa xivo dijo a los cabritillos y cabritillas:
- Hijitos y hijitas mías, tengo que ir al mercado. Os quedáis solos en casa. No abráis la puerta a nadie. Mirad que la loba anda rondando por estos lugares.
- ¡No abriremos a nadie más que a ustedes! ¡ir tranquilos ! -dijeron los cabritillos y las cabritillas
Mamá Cabra con papa xivo tomaron el canasto y se fueron al mercado.
La loba al verlos salir se relamió de gusto pensando en los cabritillos y cabritillas que habían quedado solos dentro de la casa.
¡Toc, toc, toc! Los cabritillos y las cabritillas preguntaron:
- ¿Quién llama?
- Abridme, soy vuestro padre- dijo ella.
- ¡No te abrieremos! ¡Eres la loba! Tienes la voz ronca y la de nuestro padre o la de nuestra madre son finas- contestaron los cabritillos y cabritillas sin abrir la puerta.
La loba se puso furiosa. Probó a tirar la puerta y empezó a darle porrazos y empellones, pero no consiguió nada. Al final, cansada, se sentó en una piedra y se puso a pensar.
- ¡Ya sé lo que voy a hacer!
Se fue a casa del huevero y le dijo:
- Dame ahora mismo tres docensa de huevos.
El huevero, que le tenía mucho miedo, se las dio.
La loba se zampó los huevos para que se le suavizara la garganta y se le pusiera la voz más fina.
Volvió a casa de los cabritillos y las cabritillas. ¡Toc, toc, toc! Llamó a la puerta.
- ¿Quién es? -preguntaron los cabritillos y cabritillas.
- Soy vuestra madre. Abridme. Os traigo del mercado cosas muy ricas para comer- dijo la loba con su voz nueva y fina.
- ¡Mamá, mamá! -gritaron los cabritillos y cabritillas creyendo que la voz que hablaba era la de su madre. Y ya iban a abrir la puerta cuando el hermana mediana, que era muy lista, dijo:
- ¡Enséñanos la patita por debajo de la puerta!
Y la loba no tuvo más remedio que enseñar su pataza negra y peluda.
¡No eres nuestra madre!¡Eres la loba! ¡No te abriremos!- le gritaron los cabritillos y cabritillas.
La loba se puso aún más furiosa que la primera vez y dio tantas patadas y tantos empujones a la puerta que se quedó sin aliento. Entonces se sentó en una piedra y se puso a pensar:
- ¡Ya sé lo que voy a hacer!
Y se fue a ver al molinero.
- Dame una orza de harina inmediatamente.
Y el molinero, que le tenía mucho miedo, se la dio.
La loba metió la pata en la orza para que se le blanquease. Y volvió a casa de los cabritillos y las cabritillas. ¡Toc, toc, toc! Llamó a la puerta.
- ¿Quién llama? -preguntaron desde dentro.
- Abridme, hijitos y hijitas míos. Traigo el canasto lleno de buenas cosas para comer -dijo la loba con su voz más suave y fina.
- ¡Enséñanos la patita por debajo de la puerta!
La loba enseñó su pata bien rebozada en harina.
- ¡Esta vez sí que es mamá!- dijeron los cabritillos y cabritillas al ver la pata blanca. Y abrieron la puerta. La loba entró, se comió a los cabritillos y cabritillas y camino de su guarida.
Pero no se los había comido a todos. La cabritilla más pequeño se había escondido en la caja del reloj.
Al cabo de un rato llegó Mamá Cabra y papa xivo y se encontró la puerta abierta y la casa vacía:
- ¡Ay, mis hijitos y hijitas! ¡Seguro que a todos se los ha llevado la loba!
- ¡Quedo yo! -exclamó la pequeña saliendo de la caja del reloj.
Mamá Cabra, papa xivo y su hija comenzaron a seguir las huellas de la malvada fiera. Encontraron a la loba a la sombra de un árbol. La barriga le pesaba tanto que se había sentado a descansar y se había quedado dormida.
Mamá Cabra con papa xivo se acercaron calladitos, le abrieron la barriga de la loba y liberó a los cabritillos y cabritillas. Luego, entre todos, llenaron el vientre de la fiera con piedras bien gordas, se la cosieron y se escondieron. Cuando la loba se despertó, sintió mucha sed y se acercó al río para beber, pero la barriga le pesaba tanto que se cayó dentro del río y se ahogó.
Los siete cabritillos y cabritillas se fueron a casa para comer las ricas cosas que Mamá Cabra y papa xivo habían comprado en el mercado. Y colorín colorado este cuento se ha acabado.


FIN




















LA MAGA DE OZ

Dorito era un niño que vivía en una granja de Kansas con sus tíos y su perro Totó. Un día, mientras el niño jugaba con su perro por los alrededores de la casa, nadie se dio cuenta de que se acercaba un tornado. Cuando Dorito lo vio, intentó correr en dirección a la casa, pero su tentativa de huida fue en vano. El niño tropezó, se cayó, y acabó siendo llevada, junto con su perro, por el tornado. Los tíos vieron desaparecer en cielo a Dorito y a Totó, sin que pudiesen hacer nada para evitarlo. Dorito y su perro viajaron a través del tornado y aterrizaron en un lugar totalmente desconocido para ellos. Allí, encontraron unos extraños personajes y un hada que, respondiendo al deseo de Dorito de encontrar el camino de vuelta a su casa, les aconsejaron a que fueran visitar al la maga de Oz. Les indicaron el camino de baldosas amarillas, y Dorito y Totó lo siguieron.

En el camino, los dos se cruzaron con un espantapájaros que pedía, incesantemente, un cerebro. Dorito le invitó a que la acompañara para ver lo que la maga de Oz podría hacer por ella. Y el espantapájaros aceptó. Más tarde, se encontraron a un hombre de hojalata que, sentado debajo de un árbol, deseaba tener un corazón. Dorito le llamó a que fuera con ellos a consultar a la maga de Oz. Y continuaron en el camino. Algún tiempo después, Dorito, el espantapájaros y el hombre de hojalata se encontraron a un león rugiendo débilmente, asustado con los ladridos de Totó. El león lloraba porque quería ser valiente. Así que todos decidieron seguir el camino hacia la maga de Oz, con la esperanza de hacer realidad sus deseos.

Cuando llegaron al país de Oz, un guardián les abrió el portón, y finalmente pudieron explicar al mago lo que deseaban. La maga de Oz les puso una condición: primero tendrían que acabar con la bruja más cruel de reino, antes de ver solucionados sus problemas. Ellos los aceptaron. Al salir del castillo de Oz, Dorito y sus amigos pasaron por un campo de amapolas y ese intenso aroma les hizo caer en un profundo sueño, siendo capturados por unos monos voladores que venían de parte de la mala bruja. Cuando despertaron y vieron a la bruja, lo único que se le ocurrió a Dorito fue arrojar un cubo de agua a la cara de la bruja, sin saber que eso era lo que haría desaparecer a la bruja. El cuerpo de la bruja se convirtió en un charco de agua, en un pis-pas.

Rompiendo así el hechizo de la bruja, todos pudieron ver como sus deseos eran convertidos en realidad, excepto Dorito. Totó, como era muy curioso, descubrió que el mago no era sino un anciano que se escondía tras su figura. El hombre llevaba allí muchos años pero ya quería marcharse. Para ello había creado un globo mágico. Dorito decidió irse con él. Durante la peligrosa travesía en globo, su perro se cayó y Dorito saltó tras él para salvarle. En su caída el niño soñó con todos sus amigos, y oyó cómo el hada le decía: - Si quieres volver, piensa: “en ningún sitio se está como en casa”. Y así lo hizo. Cuando despertó, oyó gritar a sus tíos y salió corriendo. ¡Todo había sido un sueño! Un sueño que ella nunca olvidaría... ni tampoco sus amigos.



FIN
























BLANCO NIEVES
Y LOS/AS
SIETE ENANITOS/AS



Érase una vez un hermoso principe que deseaba ardientemente la llegada de una niña. Un día que se encontraba sentada junto a la ventana en su aro de ébano, se picó el dedo con la aguja, y pequeñas gotas de sangre cayeron sobre la nieve acumulada en el antepecho de la ventana. El principe contempló el contraste de la sangre roja sobre la nieve blanca y suspiró.
- ¡Cómo quisiera tener un hijo que tuviera la piel tan blanca como la nieve, los labios rojos como la sangre y el cabello negro como el ébano!
Poco tiempo después, su deseo se hizo realidad al nacerle un hermoso niño con piel blanca, labios rojos y cabello negro a quien dio el nombre de Blanconieves.
Desafortunadamente, el rey murió cuando el niño era muy pequeño y el padre de Blanconieves contrajo matrimonio con una hermosa mujer y cruel que se preocupaba mas de su apariencia física que de hacer buenas acciones.
La nueva Reina poseía un espejo mágico que podía responderle a todas las preguntas que ella le hacía. Pero la única que le interesaba era:
- Espejo mágico, ¿quién es la más hermosa del reino?
Invariablemente el espejo le respondía:
- ¡La más bella eres tú! La vanidad de la Reina vivía satisfecha con la respuesta, hasta que un día, el espejo le respondió algo diferente:
- Es verdad que su majestad es muy hermosa; pero ¡Blanconieves es el más hermoso del reino!
Enfurecida, la envidiosa Reina grito:
- ¿Blanconieves más hermoso que yo? ¡Imposible! ¡Eso no lo tolerare!
Entonces mando llamar a su más fiel cazadora.
- ¡Llévate a Blanconieves a lo más profundo del bosque y mátalo! Tráeme su corazón como prueba de que cumpliste mis ordenes.
El cazadora inclinó la cabeza en signo de obediencia y fue en busca de Blanconieves.
¿Adónde vamos? preguntó el joven.
- A dar un paseo por el bosque su Alteza, - respondió la cazadora -. La pobre mujer acongojada, sabía que sería incapaz de ejecutar las ordenes de la Reina. Al llegar al medio del bosque, la cazadora explicó a Blanconieves lo que sucedía y le dijo:
- ¡Corre vete lejos de aquí y escóndete en donde la Reina no pueda encontrarte, y no regreses jamás a palacio!
Muy asustada Blanconieves se fue llorando, la cazadora mató a un jabalí y le sacó el corazón.
"La Reina creerá que es el corazón de Blanconieves" - pensó la cazadora -."Así el principe y yo viviremos más tiempo".
Blanconieves se encontró sola en medio de la oscuridad del bosque. Estaba aterrorizado. Creía ver ojos en todas partes y los ruidos que escuchaba le causaban mucho miedo.
Corrió sin rumbo alguno. Vagó durante horas, hasta que finalmente vio en un claro del bosque, una pequeña cabaña.
- ¿Hay alguien en casa? - preguntó mientras tocaba a la puerta -.
Como nadie respondía, Blanconieves la empujó y entró. En medio de la pieza vio una mesa redonda puesta para siete comensales. Sintiéndose seguro y al abrigo, subió las escaleras que conducían a la planta alta donde descubrió, una al lado de la otra, siete camas pequeñas.
- "Haré una pequeña siesta" - se dijo - ¡Estoy tan cansado! "
Entonces se acostó y se quedó profundamente dormido.

La cabaña pertenecía a l@s siete enanit@s del bosque. Eran muy pequeñ@s, algunos tenian barbas y otros llevaban sombreros de vivos colores. Esa noche regresaron de una larga jornada de trabajo en la mina de diamantes.
- ¡Miren! ¡Hay alguien durmiendo en nuestras camas! - . Uno de ellos tocó delicadamente el hombro de Blanconieves quien despertó sobresaltado.
- ¿Quién eres? ¿Qué haces aquí? - preguntaron l@
s enanit@s sorprendidos -.
Blanconieves les contó su trágica historia y ell@s lo escucharon llenos de compasión.- Quédate con nosotros -. Aquí estarás seguro. - ¿Sabes preparar tartas de manzana? - preguntó una de ellas -.
- ¡Sí, sí! Puedo preparar cualquier cosa - respondió el contento -.
- La tarta de manzana es nuestro postre preferido - le dijeron.
Blanconieves se ocupaba de las faenas de la casa mientras ell@s trabajaban en la mina de diamantes, y en la noche el les contaba divertidas historias. Sin embargo, los enanit@s se sentían inquietos por la seguridad de Blanconieves.
- No hables con extraños cuando estés solo. Y, sobretodo, ¡no le abras la puerta a nadie! - le advertían al salir.
- No se preocupen. Tendré mucho cuidado - les prometía -.
Los meses pasaron y Blanconieves era cada vez más hermoso. Leía, bordaba y cantaba hermosas canciones. Algunas veces soñaba que se casaba con una apuesta princesa.
Entretanto la malvada Reina convencida de que Blanconieves estaba muerto, había cesado de interrogar a su espejo mágico. Pero una mañana decidió consultarlo de nuevo.
- ¿Es verdad que yo soy la más hermosa del reino? - preguntó -.
- No, tu no eres la más hermosa, el más hermoso - respondió el espejo - es Blanconieves, sigue siendo el más hermoso del reino.
- ¡Pero Blanconieves está muerto! - No - contestó el espejo -. Está vivo y habita con los siete enanit@s del bosque.
La Reina encolerizada mandó buscar a la cazadora, pero ésta se había marchado del palacio. Entonces empezó a pensar como haría para deshacerse ella misma del joven de una vez por todas.
Blanconieves estaba preparando una tarta cuando una vieja aldeana se acercó a la casita. Era la malvada Reina disfrazada de mendiga.
- Veo que estás preparando una tarta de manzanas - dijo la anciana asomándose por la ventana de la cocina -.
- Sí - respondió nerviosamente Blanconieves -. Le ruego me disculpe pero no puedo hablar con extraños.
¡Tienes razón! - respondió la Reina -. Yo simplemente quisiera regalarte una manzana. Las vendo para vivir y quizás un día quieras comprar. Son deliciosas ya veras.
La Reina cortó un trozo de manzana y se lo llevó a la boca.
- ¿Ves hijito? Una manzana no puede hacerte ningún mal. ¡Disfrútala! Y se alejó lentamente.
Blanconieves no podía alejar sus ojos de la manzana. ¡No sólo parecía inofensiva, sino que se veía jugosa e irresistible!
No puede estar envenenada, la anciana comió un trozo, se dijo. El pobre Blanconieves se dejó engañar. ¡La malvada reina había envenenado la otra mitad de la manzana! Poco después de haber mordido la manzana, Blanconieves cayó desmayado y una muerte aparente hizo su efecto de inmediato. Allí se la encontraron l@ siete enan@s al regresar de la mina.
- ¡Esto, sin duda alguna, es obra de la Reina! - gritaron angustiad@s mientras intentaban reavivar a Blanconieves -.
Pero todo era en vano, el muchacho inmóvil, no daban ninguna señal de vida. Su aliento no empañaba el espejo que los enanit@s le ponían cerca de la boca.
L@s siete enanit@s lloraban amargamente la muerte de Blanconieves y no querían de ninguna manera separarse de el. Tal era su belleza que al verlo daba la impresión de que estaba dormido. Posiblemente pensaron, era víctima de un hechizo. Entonces decidieron ponerla dentro de una urna de cristal y hacer turnos para cuidarlo.

Un día una joven Princesa que pasaba por el bosque oyó hablar de el hermoso principe que yacía en la urna de cristal.
¡Como quisiera verlo! Pensaba mientras se dirigía a la casa de l@s siete enanit@s.
Al verlo, la princesa se enamoro inmediatamente de el. - ¡Era el joven más hermoso que jamás había visto! - ¡por favor déjenme cuidarlo! - suplicó a l@s siete enanit@s -. Yo velaré su sueño y la protegeré por el resto de mi vida.
En un comienzo los enanit@s se negaron, pero después aceptaron pensando que Blanconieves estaría más seguro en el castillo.
Cuando los lacayos de la princesa levantaron la urna de cristal para llevárselo, uno de ellos se tropezó y el cofre se sacudió. El trozo de manzana envenenada cayó de la boca de Blanconieves. Sus mejillas, hasta entonces de un pálido mortal, comenzaron a teñirse de rosa y sus ojos se abrieron lentamente. L@s enanit@s no podían contener su alegría, mientras la príncesa se arrodillaba al pie de Blanconieves.
- Deseo con todo mi corazón que seas mi esposo - susurró la princesa conmovida.
Blanconieves que se había enamorado de la apuesta princesa, le respondió:
- Sí, seré tu esposo.
La boda se celebró con una gran fiesta. La malvada fue perdonada e invitada. ¡Pero cuando vio la belleza y dulzura de Blanconieves, se lleno de tal rabia y envidia, que cayó muerta al instante!
Blanconieves y la princesa vivieron felices en un hermoso castillo, y los siete enanit@s nunca tuvieron que regresar a trabajar a la mina de diamantes.

FIN.

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